¿Pensamiento monógamo YO? Qué va…

(Empiezo por recomendar muy fuerte «Pensamiento monógamo, terror poliamoroso» de Brigitte Vasallo, que me ha ayudado a aterrizar muchas ideas que revoloteaban sin orden -y a menudo muy faltas de plumas- en el tifón de mis meninges (que son mucho menos organizadas por dentro de lo que parecen por fuera), y que también me ha aportado otras completamente nuevas en las que no había pensado. Este post es en buena medida deudor de ese libro, y algo que está dándole la vuelta de tuerca definitiva a unos bastantes planteamientos vitales y haciendo que unos cuantos ninjas salgan del cascarón. A partir de aquí asumo la responsabilidad de lo que digo: si os parece una gilipollez, pensad que es cosa mía pero no dejéis de leer el libro por eso.)

Para mí, el eje de Pensamiento monógamo, terror poliamoroso consiste en dejar de entender la monogamia como un simple «solo puedes tener romance y sexo con una pareja» para abordar que ese enunciado es solo una expresión de un sistema de pensamiento más complejo y completo. Que, si bien ha existido desde hace siglos (pero no de forma universal y absoluta, como a veces decimos) en la actualidad está atravesado por unos cuantos axiomas del sistema ideológico y productivo en el que nos movemos: el capitalismo del SXXI, que yo creo que el hubiera dado urticaria hasta al pobre Adam Smith.

El pensamiento monógamo podría resumirse así:

  • La familia nuclear monógama heterosexual cis (FNMHC) es la base de la sociedad: papá, mamá y también, pero no necesariamente, crías.
  • Una vez que hay FNMHC, todo el sexo y amor romántico se debe producir dentro de la misma.
  • Cualquier otro modelo será aceptado siempre y cuando se mimetice lo bastante con la FNMHC y no moleste.
  • Las situaciones vitales que no son FNMHC se contemplan, bien como estados incompletos, bien como degeneraciones. Se asume que la gente no comparte piso con colegas porque le guste, sino porque no se puede permitir vivir sola. La gente que vive sola es porque sí puede pagarlo, pero no ha conseguido construir un proyecto de pareja. Siempre es «en espera de» o «como consecuencia del fracaso de».
  • Las familias de origen siguen siendo fuente de apoyo (al menos en España) pero no se considera saludable vivir en la misma casa o demasiado cerca, salvo quizás en situaciones de crianza donde abueles, tíes y hermanes son un elemento clave.
  • Las redes de amistades están muy organizadas en torno al tiempo de ocio. Por supuesto que tus amistades te van a ayudar en situaciones puntuales de necesidad, pero raramente hay un proyecto común de futuro. (No te pones a estudiar oposiciones mientras te mantienen tus amistades, para luego mantenerlas tú a ellas mientras estudian, algo que sí se prevé en la pareja clásica).
  • Cuando la relación de pareja se termina en una FNMHC (con o sin crías) está muy normalizado que el proyecto en común se disuelva, salvo que existan «lastres» que lo impidan (como crías en común o una hipoteca por pagar). Raramente se tiene la sensación de continuar perteneciendo a la misma familia.
  • Todo esto, sumado al progresivo abandono del medio rural y urbanización de la sociedad (vamos, que ya no conoces a la vecindad) implica que no hay tribu. 
  • Y el pensamiento consumista no ayuda. Tener el mismo abrigo durante 20 años ya no es algo que nos parezca normal ni deseable. No buscamos calidad y resistencia, sino novedad y excitación. En la próxima esquina, evento o fiesta conoceré a mi siguiente rollo, que seguro que es mucho mejor que lo que tengo cerca. O vaya, eso espero.

Y, por supuesto, tenemos la seguridad de que, aunque algunas de estas características nos vienen impuestas (como no poder vivir cerca de mis amistades o familia), otras las hemos elegido en plena libertad (como no tener criaturas). Porque solo le comen el tarro a los demás. Nuestros tarros son incomestibles.

Spock, not surprised
Esta es la cara de Spock cuando le dices que, a diferencia de todo el resto de papanatas, tú no te dejas influir y eres un espíritu libre. Bueno, te dejas pero en cosas sin importancia, como llevar vaqueros pitillo.

 

La precariedad se expande. Puede ser económica o de otro tipo (porque incluso la gente con pasta está comida de ansiedad, aunque la ansiedad es mucho menor por tener 200 mails diarios que por no poder pagar la calefacción o las medicinas). Y, desgraciadamente, las antiguas redes de apoyo, por feas que fueran a veces (especialmente en casos de personas con orientaciones sexuales o identidades de género no normativas), eran redes de las que se esperaba eso, apoyo. No hemos conseguido un buen sustituto. Básicamente, tienes dos opciones: o sigues tirando de tu familia de origen (y con sensación de culpa o fracaso) o te atrincheras en la pareja y te las arreglas en una FNMHC. O algo que se le parezca.

Pero claro, la FNMHC clásica (pensemos en España 1950, por ejemplo) incluía elementos como que las mujeres íbamos a tragar sin protestar con un carretón de mierda más gordo que el de los tíos (a las situaciones jodidas que pasaban ellos se sumaban las nuestras: sometimiento político y económico, asunción de una parte desproporcionada de la carga doméstica y de cuidados – no solo física sino también mental-, etc.). Y ahora no nos da la real gana, mira. Y también se construía en torno a principios de identidad de grupo mucho más férrea, en la que ser «especial» no estaba bien visto en absoluto, y la presión para seguir trayectorias vitales definidas previamente hasta en los menores detalles era mucho mayor. Las identidades de género no normativas, las orientaciones sexuales, etc. ni se imaginaban.

Por supuesto, esa olla a presión tenía sus válvulas. Si bien existía una moral imperante homogénea, se entendía que ciertas cosas sucederían de forma inevitable, como los cuernos. Porque los hombres tenían necesidades inevitables que había que aceptar (siempre que fuera follar con mujeres, preferiblemente de clase social inferior) y a las mujeres no les gustaba mucho el sexo y no se les podía pedir que se sacrificaran todo el rato. Y bueno, cuernos happened. O, si la gente quería ser honesta con su marido o mujer y el tema sexual no iba bien, se mataba a pajas, tenía sexo que no le apetecía, y se entendía que bueno, que eso era lo normal. Lo mismo que no vincularse mucho a nadie fuera del matrimonio.

Y eso ahora no nos vale.

No voy a desarrollar más todo lo que se espera de nosotres, no solo externa sino internamente, porque creo que más o menos está claro. Una parte de esa presión es que tenemos que tener cubiertos de puta madre todos los aspectos de nuestra vida, emocionales, biológicos y prácticos. El discurso de las no-monogamias éticas se desarrolla como crítica a la idea de que una sola persona puede cubrir todos esos aspectos, hoy y por siempre.

Reconocemos que eso no es una petición lógica, y a la vez no queremos conformarnos con una relación imperfecta, ya sea sexual o románticamente. Así que nos declaramos No-Monógamas Éticas, mediante estos axiomas.:

  • No tenemos por qué tener exclusividad sexual. Podemos tener varias relaciones sexuales, siempre que todo el mundo esté informado y conforme.
  • No tenemos por qué tener exclusividad romántica. Podemos tener varias relaciones románticas, siempre que todo el mundo esté informado y conforme.

Y ya está, ya no somos monógamas ¿no?

¡Y una mierdaaaa!

 

 

Y como esto queda largo, explicar por qué seguimos en la monogamia se queda para el siguiente post. Pero adelanto una pista: vuelve al tercer párrafo y revisa cuántos elementos del listado se dejan de cumplir en las no monogamias que conoces.

 

(Nota: siempre me ha dado pereza hacer mis propios memes (siempre he sido más de foto con leyenda) pero la verdad es que engancha. Y me hacen mucha gracia los de Afectos Laterales, así que a partir de ahora yo pondré más memes también en los posts.)

 

 

 

Relaciones liana

Mujer tarzán
Katy Perry con una liana. Y un bañador de leopardo muy apañao.

A veces una relación se acaba porque su ciclo se ha agotado. El tiempo pasa y hay divergencia de intereses, expectativas, deseos.  Otras veces nos enamoramos de una proyección más que de una persona, y al conocerla mejor averiguamos que la realidad no nos gusta tanto. O, yo qué sé, se tiene que ir a Sudamérica a buscar a su madre como Marco y tú no quieres emigrar. La cosa es que la relación romántica se acaba (o, con un poco de suerte, se transforma en otra cosa que también es guay) por elementos internos de la propia relación. O externos. Pero DE ESA RELACIÓN.

El tiempo puede fastidiarte una pareja o puede ayudarte a consolidarla, depende de lo que hagas con él. Una vez se pasa la ENR , la energía que impulse la relación será la que tú le quieras meter. Yo tengo que tener especial cuidado con eso, porque mi ENR es muy fuerte inicialmente (lo que quiere decir que tengo que meter el freno y pensar muy bien lo que hago, y las probabilidades de hacer el capullo a pesar de las precauciones se disparan) pero luego cae a plomo tras unos meses, y mi deseo dependerá mucho más de lo que hayamos construido juntos y nuestra historia común que de mis hormonas. Y si estamos acostumbradas a que la ENR sea la que lleve adelante la conexión , si no hemos decidido de forma consciente y voluntaria comprometernos con ella y hemos establecido un marco de expectativas mutuas bien comunicadas, etc., la cosa se va a ir a la mierda en cuanto haya la más mínima dificultad.

Dificultad es que una de las dos personas pase por una temporada de estrés o enfermedad, que tengan una crisis por razones externas (como mudanzas o crianzas), que las familias y redes afectivas de origen vengan a tocar las narices, que sea necesario hacer frente a una carencia en esas redes (como cuidar de una amistad o familiar enferma, etc.). Que tengas un periodo de desavenencias, que haya menos momentos gratificantes que antes. Lo que sea.

Si tienes la costumbre de cuidar la relación solo cuando te apetece y te lo pide el cuerpo, sucede que en esos momentos te lo va a pedir poco (estar al lado de gente enferma, agobiada, deprimida o gruñona es poco sexy). Además, es la clase de situación que se retroalimenta. Cuidar con cariño de una relación cuando no es todo risas y alegrías, seguir siendo transparente y hablar las cosas, etc. no garantiza que las cosas vuelvan a ser estupendas. Pero no hacerlo sí es casi un billete seguro al país del «fuck you, no quiero verte más».

Pero hay otra razón externa que puede finiquitar una relación en dificultades: que aparezca una nueva persona que haga despertar nuestra ENR, nuestras proyecciones y toda la orquesta con clarinetes, tuba y trombón. Y ahí es donde aparece la idea de las relaciones liana.

Si piensas en Tarzán avanzando por la selva entenderás inmediatamente a qué me refiero. Las lianas sirven para desplazarte en el vacío, y lo más seguro es no soltar una hasta que te has enganchado a la siguiente.

En monogamia, eso da lugar a la monogamia seriada. En cuanto la liana en la que estás te hace sentir menos cómoda o el viaje no es excitante y super molón, saltas a otra. Pero la monogamia, al menos en teoría, te obliga a arriesgarte. No es aceptable empezar una relación sin haber dejado la anterior.

En no monogamias, sin embargo, la tentación de utilizar las relaciones como lianas es mucho mayor. Puedo conocer a alguien nuevo (a los seres humanos nos encanta la novedad), fliparme con gustarle a alguien a quien no tengo ya en el bote, contarle de nuevo mis viejos chistes y que le encanten, etc. Y dedicarle más atención y espacio mental que a mis relaciones anteriores, que puedo mantener de forma simultanea sin el coste de confrontar una ruptura.

Las relaciones antiguas morirán por desatención y distancia, pero poco a poco, permitiéndome hacerme la ilusión de que «no estoy siendo una relacionista en serie», que no voy a la caza de novedades, emoción, validación externa y despreocupaciones, sino que «he conocido a alguien con quien he conectado de forma especial». O sea, la excusa de la no monogamia y las relaciones múltiples me permite ignorar que estoy haciendo el capullo porque eh, no he roto con nadie y mi corazón es infinito y no le ponemos límites al amor y las jerarquías están demodé. Y dos huevos duros.

 

Yo no puedo evitar que otra gente haga el capullo conmigo, y no tengo interés en evangelizar a nadie (ya le doy la brasa aquí a quien quiera echar un rato de lectura). Me preocupa bastante más no hacer el capullo yo.

Estas son mis estrategias para evitar caer en las relaciones liana. Por si os sirven.

a) Si conozco a una persona nueva y de repente mis relaciones antiguas me empiezan a parecer aburridas y problemáticas, ALERTA.

Que es muy fácil empezar a contarme milongas para justificar dedicarle atención a unas y no a otras.
Es el momento de redoblar mi atención en trabajarme y cuidar las relaciones que ya tengo, sean románticas, familiares, amistosas, etc. al nivel que considero adecuado.

b) Prioridad de mis relaciones antiguas sobre las nuevas.

Sí, a mí las jerarquías me parecen bien, siento la decepción, y las etiquetas también. Ahora, las etiquetas las pongo yo y están para servirme a mí, y las jerarquías las establezco como me parece sensato a mí, no como esperas tú. Así que ante la duda, es mejor preguntarme.

Mi hijo tiene prioridad sobre las demás relaciones; el padre de mi hijo (que ya no es relación, pero sí familia) tiene prioridad sobre un montón de gente; mis amistades y relaciones antiguas tienen prioridad sobre las nuevas. Y si dejan de tenerla, su pérdida de importancia no dependerá de que haya entrado alguien más shiny en escena. Te puedes quedar fuera del autobús, claro que sí. Pero será por lo que hagas o dejes de hacer tú.

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Porque nunca sobra una referencia a Firefly. NUNCA.

¿Qué significa prioridad? No es exclusividad ni derecho de veto. Sino que antes de hacer algo con una persona que acabo de conocer, valoro muy de cerca el impacto que eso va a tener en mis relaciones ya existentes. Y elijo en consecuencia.

A lo mejor nos han presentado en un evento y se me tensan los pezones solo de ver cómo me miras y lo que fuera por meterme en tus pantalones… pero llevo un mes sin ver a mis amigues de Vallekas. Así que me despego con dificultad de mi deseo inicial y el finde busco hueco para ver a mi gente. Que a lo mejor no es lo primero que me apetece porque mis pezones tienen un enorme poder sobre mi cerebro, pero sé que lo que me produce satisfacción a medio plazo son mucho más mis amigos, parejas y familia que mis ligues.

c) Como consecuencia de lo anterior, a veces toca decir «me pareces una persona súper interesante pero no voy a verte de forma habitual. «

Y lo he hecho y anda que no me ha jodido, porque era gente muy prometedora.

Pero es que no cabes. No ya por tiempo, sino por energía mental. Mi plan de relaciones no debo hacerlo partiendo de la base de que todo el mundo va a estar estupendo siempre y cuidando de mí a tope. Tiene que ser un plan que soporte que varias personas de mi red necesiten mi apoyo simultáneamente, y que a la vez sea compatible con ganarme la vida y no volverme loca.

Y podría tirar del bullshit «bueno, no me comprometo a nada, nos vamos viendo mucho pero cuando toque que no, asumes que no y ya está». Pero eso es hacerle el lío a la otra persona y hacérmelo yo. Y no deja de ser un salvoconducto que me da derecho a no cerrarme ninguna puerta.

El contrato me permite aburrirme de esa persona y dejarla tirada en la próxima curva sin derecho a devolución del importe  («ya te lo advertí») y a la vez me da la opción de que surja la ENR y me enganche como un perezoso, marcándome inmediatamente un Houdini y desapareciendo del resto de la red.

En ninguno de los dos casos es un buen camino.

¿Y qué pasa si me estoy perdiendo una relación maravillosa que sería el culmen de mis aspiraciones románticas, sexuales y de pareja de mus?

d) Procuro recordar muy fuerte que las personas aparecen, pero las relaciones se construyen.

Una persona puede ser maravillosa y a lo mejor encajaríamos muy bien. Pero si mi estilo es tirarme encima de ella a costa de perder foco en lo que ya tengo, mi estilo no es muy deportivo, que diría Fezzik. Mis posibilidades de tener una relación buena con esa conducta son mínimas. Y la «persona irreemplazable que no hay que dejar escapar» no deja de ser pensamiento mónogamo a saco; economía de la escasez («nunca dejes pasar una oportunidad, que el amor y el sexo los pintan calvos») y promesa de la media naranja. Ambos candidatos al premio «Pensamiento que más te puede joder la vida».

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Fezzik mirando tu estilo. Tampoco le gusta.

Oh, persona maravillosa. Si realmente somos tan compatibles y estamos destinadas a tener algo fantástico, tomálo con calma y acepta que la cosa empiece con un café de vez en cuando y, probablemente, bastante chat. Mi vida no está cerrada a gente nueva, solo que no es el Carrefour.

Estas son mis estrategias para no caer en las relaciones liana. Construidas a base de leer (no creo que nada de lo que digo sea nuevo), observar mucho a otra gente y, por supuesto, meter la pata y caer en el tarzanismo alguna vez. Pero de todo se sale.

Esto entronca bastante con el Coleccionismo de Relaciones y la Monogamia Múltiple, pero eso se queda para otro post.

 

 

Relaciones a distancia. ESAS relaciones.

Entre que ahora viajamos un poco más y que Internet nos ha dado unos cuantos recursos de comunicación, las relaciones a distancia son más populares y frecuentes. O yo qué sé, igual solo son frecuentes conmigo. La cosa es que me pasan.

Así que va un hilo sobre Ninjas en este tipo de relaciones, reciclando unos comentarios que he dejado en Facebook.

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Buena suerte con la web de Renfe.

No todo el mundo tiene las mismas necesidades en esto ni le valen las mismas estrategias. Yo os voy a contar las mías, pero esto no quiere decir que las aplique todas, ni siempre. Porque en muchas de ellas no depende solo de mí, sino de lo que la otra persona quiere. Yo no voy a tener una relación que la otra persona no quiere tener conmigo (vais a jartaros de leer esta frase en este blog), así que algunas las intento poner en marcha un tiempo y luego, si la otra persona no pone interés, acabo por pasar del tema. Esto hará que la relación sea menos interesante y satisfactoria, pero tampoco tengo por qué tener la relación óptima posible con todo el mundo.

Lo que voy a contar tienen que ver con mi propio ideal de relación, por supuesto. En mi caso, la relación será no monógama (aunque he tenido relaciones monógamas por breves periodos de tiempo y tan a gusto) pero creo que estas ideas pueden servir para todo tipo de relaciones. Vamos allá.

  1. Resultado de imagen de tu a boston«¿Esto va a ser siempre a distancia?» A no ser que esté claro desde el principio que es temporal  («me he ido 6 meses a trabajar a otra ciudad pero después estaremos en la misma») , asume que no lo es. Y que sí, sería estupendo estar más cerca, pero es lo que hay. Si para ti es imprescindible que no haya distancia y no hay plazo claro, no te metas. Si te metes y no hay fecha a la vista, asume que la distancia es el nicho ecológico natural de la relación.Yo tengo un hijo pequeño y su padre y yo tenemos acordado que no nos moveremos de Madrid en unos años, hasta que sea mayor. Y no le voy a pedir a nadie que haga un esfuerzo que yo no voy a hacer. Así que mi caso es el segundo: la distancia está aquí para quedarse.Ah, si tu ideal de vida es el clásico escalator monógamo ni te lo plantees de otra forma que no sea temporal.
  2. «Hasta… ¿marzo?».  Ten siempre fijada la fecha de la siguiente vez que os vais a ver. Es mucho más sencillo soportar la ausencia y hasta disfrutarla si sabes cuándo se acabará. En mi caso, mi relación a distancia y yo nos vemos una vez cada mes y medio, y normalmente tenemos calendario agendado un par de meses por delante. Los billetes también salen mejor de precio así comprados.
  3. «Esta noche, pizza y peli»Ten citas online. Planifícalas, respétalas y cuídalas como harías con una cita presencial.
    Que no todo sea «pues ahora no tengo nada mejor que hacer y me aburro así que te llamo, o te hablo por Telegram». No te conviertas en la sombra que siempre está ahí en segundo plano pero a mano para los ratos tontos, como si fueras la IA de Her. Me he sentido así más de una vez y mola cero. Tampoco las andes cancelando o cambiando porque total, no son de verdad. Eso es una falta de respeto y va a deteriorar mucho la confianza de la otra persona en que te estés tomando la relación en serio. Si se te olvidan, pues apúntalas. Haz un calendario compartido. Google Calendar power.
    Internet permite que puedas ver una peli, charlar mientras cenas o jugar a un videojuego. Puedes quedar para cocinar con una videollamada (yo lo he hecho y mola , y además al final tienes tuppers para la semana). No es lo mismo que el contacto físico, pero puede dar momentos super chulos.
  4. «¿Qué hiciste ayer?». Explicita qué vas a contar de tu vida y qué no, y sé consecuente. La distancia genera más incertidumbre por diferentes razones. Si te incomoda hablar de algo (por ejemplo que estás pasando un mal día, o si tienes más relaciones) que al menos la gente sepa que no sabe. En general, haz acuerdos explícitos sobre qué se espera de la relación y revísalos con frecuencia, nada está escrito en piedra.
  5. «¿Que vamos al Carrefour? ¿Ahí no había que ir vestido?». Si buscas una relación a largo plazo y no solo un emocionante romance, incorpora a la otra persona en tu vida normal cuando venga a verte. Que los días que os veis no sean solo «vosotros dos». Preséntale a tus amigos, ve con ella a pasar la ITV del coche, cocina para la semana. No generes un oasis aislado de la realidad. Comparte, también lo trivial. Lo trivial es bueno.
  6. «Me has dejado en visto, cari». Aclara las expectativas con el chat. En general me parece un error esperar que la otra persona conteste inmediatamente, pero hay parejas que prefieren esa exigencia. Lo que sea, que esté claro.
  7. «Pues es que esto sería lo normal…». Aclara las expectativas con todo. No des por supuesto «el curso de los acontecimientos».
  8. «¿Pero esto iba en serio? ¡Si ya no es ni verano!» Si la relación es a largo plazo para ti, es bueno pensar en un proyecto. Pasar del escalator preestablecido no significa no tener ganas de que la relación se desarrolle más y adquiere nuevas cotas de intimidad. Una cosa es que tu proyecto no sea el que espera tu padre que tengas, otra distinta es que vivas la relación en plan «no me planteo nada». Puede ser tan sencillo como ir haciendo pequeños planes juntas, no hay por qué pensar en algo dramático.
  9. «Jo, te echo de menos». Gestiona tu añoranza, y no esperes reciprocidad. A veces tendrás relaciones con gente para la que tú eres mucho más accesoria que esencial. Detecta esto cuanto antes e iguala las ganas de estar con esa persona a las suyas («Yo no voy a tener una relación que la otra persona no quiere tener conmigo». Ya os dije que la íbais a leer mucho) , y todo irá mucho mejor. Si no se puede, mi recomendación es dejar la relación cuanto antes.Pero lo cierto es que, si sabes modular tus sentimientos, es posible que encuentres un equilibrio en el que esa relación, menos íntima, profunda, lo que sea, pueda estar bien y ser divertida. Lo que no tiene sentido es tomarla por lo que no es.
  10. «No hace falta que te lo diga, tú ya lo sabes». Verbaliza. Y luego verbaliza más. Si quieres a alguien, si echas de menos a esa persona, si te sientes mal, si estás defraudada, si estás cansado o dolido… Dilo. Con palabras. Varias veces.
    Una relación a distancia con un montón de teléfono o chat da una equivocada sensación de cotidianeidad, como si se fuera un compañero de piso. Pero no te ves la cara.
    «Si ya te lo cuento todo». Ojo con esto si solo transmites hechos. Contar que has pinchado una rueda o que tu otra relación ha venido a verte está bien. Pero, cuando el contacto no es cara a cara, la información emocional es mucho menor. No sé si pinchar te ha jodido el día, te ha dado igual o te ha hecho hasta gracia. No sé si el ver a tu otra relación te ha puesto de buen humor o te ha crispado. Nunca podré leerte el pensamiento, pero es que no puedo ni leerte la cara. Ni tú a mí. Falta un montón de expresión emocional que ha de ser rellenada con palabras.Aquí hay un patrón de género. Las mujeres estamos socializadas para expresar de forma más verbal nuestras emociones. Los tíos, para poner cara de póker y decir «pues parece que hoy llueve» aunque la lluvia les haya inundado la granja (menos para enfadarse, pero eso es otro tema). Las mujeres somos socializadas, por tanto, para estar más atentas al lenguaje no verbal. Los hombres, para pasar de expresar sentimientos con especificidad. Total, el entrenamiento cuenta con que habrá alguna mujer por ahí que le eche interés en interpretar tu gestualidad.

    (Y da igual que seas gay o lesbiana, te van a socializar para ocupar un papel en la sociedad hetero. Así luego hagas un corte de mangas, ese máster te lo llevas de recuerdo.)

    Pues imaginad el desastre que puede ser esto en una relación a distancia en la que no nos vemos las caras. La forma de evitarlo es expresar más y de forma más consciente.

    Una vez más, no es imprescindible preocuparte mucho por esto para tener una relación a distancia. Puedes decidir pasar del tema («si quiere saber algo, que pregunte»). Pero en ese caso reduce la implicación emocional y mantén la relación más como un «de vez en cuando nos juntamos para echarmos unas risas» y ya. No te vayas a hacer daño a lo tonto.

En resumen, una relación a distancia es más peliaguda pero también tiene ventajas. Y los problemas que genera se pueden dar también en relaciones en la misma población. Pero sí es cierto que para llevar esto adelante hace falta más esfuerzo consciente y planificar mucho.

Y preguntarle a otra gente cómo lo hace. A ver si os pensáis que todas estas cosas se me han ocurrido a mí sola.

Amar en tiempos jodidos… para la otra

Que, no nos engañemos, a poco que tengas una implicación emocional con otra persona, si ella lo pasa mal a ti no te va a ir bien. Pero definamos el contexto.

Os presento a Pinky y a Blinky. Os deberían sonar de algo.

pinky blinky

Imaginemos que Blinky inicia una relación con Pinky . Blinky es una entidad fantasmal estupenda, y Pinky también, y parece que las cosas van bien. Amor, atención, complicidad.

Pero sucede que Blinky tiene que hacer frente como principal responsable a una situación de altísima demanda de cuidados. Puede ser un fantasmal hermano enfermo, esperar un bebé o estar en situación de crianza, otra relación con depresión ectoplásmica, padres fantasmas ancianos o todo a la vez. Y eso supone una enorme carga física y mental para Blinky, que obviamente repercute en Pinky, que quiere apoyar a su relación pero no lo tiene fácil.

Voy a repasar algunos de los factores que pueden influir en la situación. Y, si se me ocurre, también aportaré alguna propuesta de control de daños. Todo esto entendido como posibilidades y sin pretender tener la Gran Idea Que Todo lo Arregla. Esta es una situación en la que tarde o temprano todas nos vamos a ver, así que qué menos que pensar sobre ello cuando aún no tenemos el diluvio encima y somos aún fantasmas con cierta energía y serenidad.

  • Carga logística, física y emocional que recae sobre Blinky. No es lo mismo tener ayuda contratada que no tenerla, una red familiar que comparta las tareas que una que no lo hace,  una situación con plazos claros de finalización que la incertidumbre de si esto durará días, meses o años.

Esta es una situación-lentejas, lo que hay es lo que hay y te lo tienes que comer como viene Ni Pinky ni Blinky pueden pintar de la nada una estructura de apoyo que no está ahí, ni va a ser fácil conseguir que otra gente cercana se implique si no lo está haciendo ya. El peor supuesto es cuando no se sabe lo que va a durar la situación, porque la sensación de que el mal trago va a ser eterno es muy desgastante. Algo que tal vez puedan hacer en este sentido es tratar de organizar la incertidumbre, y plantear plazos para evaluar y tomar decisiones sobre cómo se puede mejorar. Por ejemplo, «vamos a marcar en el calendario una fecha dentro de dos meses; ese día nos sentamos, hablamos tranquilamente de cómo hemos estado haciendo las cosas, como ha evolucionado la situación y si hay algo que podamos mejorar». Esto ayuda a tener una fecha en mente para pedir cambios, hacer propuestas o simplemente expresar cómo se sienten, y evita el síndrome de la rana hervida.

  • Grado de integración de Pinky en la vida de Blinky. Cuanta más relación tenga Pinky con las entidades fantasmales que forman parte de la vida de Blinky, más sencillo será que pueda apoyar de forma práctica («yo me acerco a la farmacia y le llevo las pastillas a tu tía») y que comprenda mejor las dinámicas que se están desarrollando.

Esto es mucho más sencillo si esa integración se ha dado antes de la crisis, porque en los momentos de zozobra es más complicado incorporar gente nueva a tus espacios.

  • Si ha habido luna de miel o no. Entendiendo por luna de miel ese periodo en el que tanto Pinky como Blinky han podido sentirse una parte esencial de la atención de la otra, han podido ser románticas a gusto y sin sentir que estaban desviando energía escasa de una prioridad mayor, y no han tenido una sensación de alerta constante esperando una catástrofe (el clásico «hoy estamos aquí tan a gusto, verás como suena el teléfono y se jode todo»).

Todo es más sencillo si ha habido ese periodo que sirve para estrechar lazos y sentir que se ha pisado la tierra prometida, y que tarde o temprano se volverá a ese lugar de paz y alegría. Pero si Pinky ha conocido a Blinky cuando ya tenía la situación encima, o se ha desencadenado poco tiempo después, no poseen ese espacio.

Lo único que se me ocurre es que tiren de imaginación, y si no pueden compartir esa luna de miel real, al menos la sueñen a la vez. Hablar de un viaje sencillo, de un proyecto futuro para cuando las cosas mejoren, de cómo será su vida entonces. Esto tiene una efectividad limitada, si la situación complicada se prolonga en el tiempo el sueño compartido puede devenir en frustración. Pero vaya, que sin sueño la frustración va a aparecer igual.

  • ¿Quién cuida a las cuidadoras? Los cuidados a saco desgastan en todos los sentidos: financiero, físico, emocional, y Blinky lo va a acusar. Pinky tiene la oportunidad de construir una relación que se base en atravesar ese momento duro junto a Blinky, darle apoyo logístico en lo que se pueda y brindarle espacios para que deje de ser una roca (fantasmas hechos de roca, ejem) y pueda desplomarse como un montón de arena.

    Pero atención, Pinky está cuidando también, y no va a ser inmune a la erosión. Probablemente no quiera apoyarse en Blinky para no añadir carga a la que ya lleva, pero al menos que no caiga en el fenómeno de la sala de espera del hospital infantil («no podemos quejarnos cuando hay casos mucho peores»). Todas las heridas duelen. Un balazo no duele menos porque la persona a tu lado tenga tres balas en el cuerpo.

Todas las cuidadoras deben poner parte de su energía en preservarse. TODAS. Blinky debe tratar en lo posible de apoyarse en más gente y reservar espacio para sí, y Pinky también.

Y quejarse de vez en cuando. Que una cosa es estar todo el día radiando la telenovela hasta en la cola del pan, y otra no decir nunca que lo estás pasando mal.

Y a veces ni Blinky ni Pinky lo dirán, tal vez porque no quieren dar la brasa siempre con lo mismo (como si el derecho a expresar malestar caducara antes que la causa), tal vez porque les da miedo escucharse y que entonces el cansancio acumulado atraviese sus sábanas, y se echen a llorar. Porque teman que, si se paran, ya no tengan fuerzas para arrancar de nuevo.

Pero no están a solas en esa pantalla. Hay más fantasmas. Y escuchar el problema será el primer paso para poder solucionarlo o mitigarlo. La pregunta es ¿cómo pueden aportar algo para mejorar la situación?

Pues habrá que darle una vuelta.

 

 

 

 

 

 

Matrix: los planos relacionales

Hasta hace unos 9 años, yo aún bregaba con los packs relacionales como instrumento principal para configurar mis relaciones. El pack relacional es ese precocinado cultural que implica que si alguien es tu pareja primaria, la tendencia es a que esa será la persona con la que formes una unidad económica, compartas casa, te reproduzcas, te vayas de vacaciones, etc. El pack relacional admite incompletitud: puedes no tener hijos (pero no los tengas con otra persona), podéis no vivir juntas (pero no te vayas a vivir con nadie más), podéis no poner las cuentas en común (siempre que no busques a otra tercera persona para hacerlo), etc.

Admite incompletitud aunque esto se lea como imperfección. Incluso admite sustitución SIEMPRE QUE ESTA SE HAYA PRODUCIDO PREVIAMENTE, ojo. Puedes tener hijos con otra gente, porque proceden de una relación anterior y bueno, no los vas a devolver a fábrica. Te vas de vacaciones con tu mejor amiga en agosto pero eh, es que lleváis haciéndolo 15 años. Estas excepciones a la pareja 360º, elección número 1 en cada uno de los posibles aspectos vitales, la asumimos como una falta de perfección del modelo… pero bueno, creemos que hay aspectos defectuosos de la vida anterior a encontrar a la media naranja que debemos aceptar, qué se le va a hacer. Lo que es muy loquer es que, una vez que tienes una relación primaria, le plantees tener hijos CON OTRA PERSONA.

Eso fue lo que yo hice hace 9 años. Mi pareja me respondió, después de mirarme unos segundos con los ojos como platos: «… A ti lo que pasa es que te han criado los lobos».

Y no fue una mala respuesta. Es la respuesta NORMAL.  La cultura mayoritaria dicta que, si quieres criar,  o bien tienes hijes con tu primaria, o bien te jodes y no los tienes. O rompes la relación, aunque funcione muy bien en otros aspectos. El pack.

Pero yo había atravesado en se momento una crisis personal que había hecho tambalearse mi sistema de creencias… hasta que una parte de él se derrumbó del todo. En ese momento tuve una epifanía (es lo bueno de las ostias gordas, que a veces epifaneas) y repentinamente me di cuenta de que ahora, por todas partes, veía la Matrix. La realidad no son packs, son unos y ceros.

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O, aplicado al entorno de las relaciones, estas no son cualitativamente distintas unas de otras en esencia, sino que se componen de distintos planos relacionales. Hace 9 años, las palabras «anarquía relacional» no se escuchaban como ahora en los colectivos poli, así que me costaba bastante explicar el modelo, aunque para mí era de una sencillez apabullante. Estableces distintos lazos en distintos planos: la suma de esas interacciones y, en su caso, compromisos, es la relación. Puedes tener una relación alucinante en un plano y desastrosa en otro. ¿Por qué es obligatorio que existan esos dos planos con la misma persona?

Por alguna razón, la idea no calaba mucho cuando la explicaba. Es decir, la teoría se entiende bien, pero hablar de trasladarla a la realidad no le parecía muy factible a la gente a a que se la contaba (insisto, hace la torta de años de esto y tampoco es que yo lo supiera explicar como lo hago ahora, es probable que en parte la causa fuera esa).

Para mí, sin embargo, no había vuelta atrás. De repente, entender la naturaleza de las relaciones se había vuelto terriblemente sencillo. Gestionarlas no, en parte por incompetencia personal (aún hay respuestas que no tengo) y en parte porque una solución que requiere un cambio de marco narrativo en otras personas para que se pueda poner en marcha… pues es más difícil que sea eficaz. Pero aún así era más fácil que antes, porque podía abordar cada plano por separado. Un grado de compromiso 8 en un plano no supone automáticamente el mismo grado en otro. 

Sea como sea, yo ya no puedo mirar alrededor y no ver la Matrix relacional. Aún estoy intentando analizar qué suponen los distintos planos, cuáles me afectan a mí, cómo quiero vivirlos.

Inicialmente, empecé a manejar una lista de planos relacionales que era algo así:

  • Co-maternidad/paternidad: crianza compartida.
  • Co-habitación: compartir vivienda y las tareas de mantenimiento derivadas.
  • Unidad económica: solidaridad económica, te percibes como una unidad de resistencia ante la adversidad material relacionada con el dinero y la economía.
  • Co-responsabilidad de cuidados: asumes responsabilidad en el bienestar físico, emocional y mental de otra persona en un grado concreto, y te comprometes a proporcionar cierto nivel de cuidados. Empezando por el básico: reducción de incertidumbre. Saber que la palabra de alguien es sólida o que te va a decir la verdad es un cuidado en sí. La confianza en la relación pertenece a esta esfera.
  • Relación legal: incluye las definiciones legales que pueden tener algún tipo de consecuencia legal, independientemente de otras circunstancias. Matrimonio, maternidad/paternidad, pareja de hecho, familia, tutoría, albaceas, socios, co-propietarios, etc.
  • Proyectos comunes: desde pertenecer al mismo grupo de música a montar una empresa o hacer un viaje. El activismo compartido también pertenece a esta categoría.
  • Sexo
  • BDSM: lo separo de otros planos de relación pero probablemente solo tiene sentido de forma aislada si pensamos en los juegos de intercambio de poder.
  • Comunidad intelectual: la relación se establece por el intercambio de ideas, debates, propuestas, información, curiosidad.
  • Comunidad emocional: la relación se establece por el intercambio de expresiones y situaciones emocionales, ya sean físicas o verbales. Por ejemplo, compartir la experiencia emocional de descubrir algo juntas por primera vez.
  • Intimidad física: tocarse. Una necesidad humana primaria que satisfacemos con distintas personas en diferentes grados.
  • Historia común: El pasado compartido, el ser «referente histórico de», también es un plano relacional. Este permite que podamos relacionarnos incluso con gente que ya ha muerto. O al menos sentir que lo hacemos.
  • Interés romántico: quienes me conocen saben que detesto la palabra pero no tengo otra de momento. Hay un interés de determinado tipo, un estado emocional que alcanzo con ciertas personas que o está o no está.
  • Compañía: hay personas cuya compañía, real o virtual, sin necesidad de que haya necesariamente actividad en los otros planos, disfrutamos. En mi caso, hay personas con las que disfruto simplemente estando en la misma habitación y que me relajan, mientras que otras elevan algo mi nivel de estrés, por mucho que puedan gustarme en otros aspectos.

Recientemente, en el grupo de Facebook Solo Polyamory, Maxx Hill ha publicado su Relationship Anarchy Smörgåsbord basado en ideas proporcionadas por la comunidad. Creo que es un esquema de trabajo bastante mejor que el mío , y me he ofrecido a traducirlo. A ver qué me cuenta.

En cualquier caso, este es uno de mis ninjas: descompón tu relación con cada persona en distintos planos y analízalos/mejóralos/establece acuerdos por separado. Las no monogamias permiten que se pueda tener relaciones sexuales y románticas diversas, pero tiene sentido ir más allá y entender cómo funcionamos en los demás planos con cada persona. Y huir de los escalators tanto verticales (la idea de que las frecuencias e intensidades deben ir siempre en aumento) como horizontales (la obligatoriedad de que el número de planos y facetas compartidas crezcan también). Esta bien que las cosas crezcan si es lo que quieren las partes implicadas, pero también es correcto querer que se queden como están o hacer que decrezcan.

Esto también tiene otra interpretación; si para ti una relación en la que merece la pena invertir tiempo debe incluir ciertos aspectos, hay que someter la realidad a auditoría. Porque el tiempo es limitado, la atención más aún, y esforzarte demasiado en una relación en la que la otra persona no tiene interés ninguno en un plano concreto puede que no sea lo que realmente quieres. Entender cuáles son los planos esenciales en que debe existir vinculación (y en qué grado de intensidad)  para que me interese realmente invertir tiempo y atención en una relación es cada vez más mi piedra filosofal.

Notas sobre (h)amor2-(h)amores excéntricos

Como en la entrada anterior, estas notas tienen el objetivo de recordarme a mí misma lo esencial de cada artículo y no olvidar el aprendizaje y las reflexiones que ha provocado. A veces las reflexiones se van muy por los cerros de Úbeda, y en absoluto pretendo que reflejen la opinión de las autoras/es, puedo perfectamente ser yo misma y mi mecanismo. Compraos el libro, que nos hace falta apoyar más proyectos como este, y además está muy bien y sacaréis vuestras propias conclusiones.

Si a alguna autora o autor le molesta que mencione fragmentos de su artículo, elimino las referencias sin problema 🙂 Mis interpretaciones, en fuente normal. Las citas en  cursiva. Lo que resalto de cada artículo no refleja necesariamente su esencia sino los valores diferenciales que me han aportado a mí, lo que más me ha dado que pensar. A veces esto está muy alineado con su propósito principal, otras veces es solo algo que surge de forma lateral y que, aunque para mí haya sido muy significativo, no tiene por qué ser el interés principal de las autorías.

Romper la monogamia como apuesta política (Brigitte Vasallo)

  • «Hemos dejado de creer en Dios, en el capital, en el patriarcado y los telediarios.» Brigitte contrapone esta pérdida de fe con la buena salud de la monogamia, y entiendo que se trata de un recurso para exacerbar el contraste. Pero aunque en cierto sector minúsculo de la población el ateísmo, la desconfianza del capitalismo, el feminismo y la pérdida de fe en la ética periodística apunten maneras, ni en horizontal ni en vertical me atrevería yo a decir que hayamos dejado de creer en eso.
  • «Hay también una cuestión moralista que aparece por los bajos fondos: si nuestro amour nos pidiese dejar de hablar con los demás de por vida nos parecería aberrante y saltarían todas las alarmas del maltrato. Pero al tiempo que pensamos el amor como un sentimiento exclusivo, pensamos el sexo más como un vicio que como una parte esencial del ser, necesaria y constituyente de la vida. Por eso cuesta tanto reivindicar y defender la diversificación sexual, especialmente para las mujeres e incluso ante nosotras mismas.»
    Este aspecto es bastante puñetero.  No solo entre las mujeres se da a menudo esta sublimación del amor platónico frente al sexo («¿seré una fresca porque me apetece follar con más de uno?») sino que también la orientamos hacia los hombres y creemos, para ambos sexos, que el interés sexual es en cierta forma una forma de regresión («te preocupas demasiado de tener sexo con la gente y desprecias la intimidad, eres muy primario»). Por supuesto, el sistema está montado de modo que este intento de control culpabilizador pro monogamia de las mujeres hacia los hombres salga regular, porque ellos tienen más privilegios que nosotras para dar salidas a sus intereses, mientras nosotras seguimos padeciendo el estigma de la ligera de cascos. Pero aún así, en muchos hombres que tratan de respetar los acuerdos de fidelidad sexual con sus parejas pero que se encuentran en relaciones donde el sexo no es relevante para la otra parte, este mensaje de «es que no debería preocuparte tener sexo» es demoledor. En este sentido, tengo una maravillosa anécdota con el Ceracet, un anticonceptivo que me recetaron por ser el único hormonal compatible con la lactancia pero con efectos desastrosos en la libido, que fue muy iluminador. Y que no voy a contar ahora 😛
  • «Pues ahora, las malas noticias, porque nuestro paraíso particular tiene dos peligros mortales: los celos y el escaqueo. Y de ambos lo más fácil de gestionar, lo creáis o no, son los celos.» Brigitte, ai lof iu ❤
  • Desarrolla esto con la idea de que para trabajar los celos hay libros, recursos, talleres, y además la conciencia de que para resolverlos hay un proceso compartido con tus relaciones que es necesario materializar. Pero el escaqueo emocional, el no atender a las necesidades y esquivar cualquier compromiso, esto se alinea con el capitalismo emocional. El riesgo de tener relaciones múltiples como quien pasa por los estantes de un supermercado, tomando lo que te apetece cuando te apetece (hoy quiero sentirme solidaria y comprometida, llamo a esta persona que se siente mal porque ha perdido el trabajo… pero solo eso,  cuando me apetece. Da igual si lo necesita. Mañana no quiero sentirme restringida, quiero poder ir  a ver a esta otra persona alegre y despreocupada para que la fiesta siga…). […] las personas y los cuerpos como puro objeto de consumo, como entes sustituibles.
  • Vamos a tener que hacer un trabajo muy fino para crear una cultura que nos ayude a pasar de la independencia individual a la inter-independencia, por expresarlo de alguna forma.

Relaciones amorosas y comunidades de apoyo mutuo: Algunas revisiones en torno al amor, la familia y el parentesco (Mari Luz Esteban)

  • «Las feministas, en general, […] llaman la atención sobre la necesidad de: […] (1) Denunciar lo ilusorio de tomar la familia como una unidad aislable del Estado, el mercado o la comunidad [—]. (2) Subrayar que las familias son redes de cooperación y solidaridad pero también de dominación y control: las experiencias de las mujeres dentro de las familias son múltiples y variadas, positivas y negativas […]. Ser conscientes de que la idealización del amor y los sentimientos familiares producida en los últimos siglos lleva a las mujeres a ser las responsables de los sentimientos, lo que justifica su subordinación.»
  • A mí esto me lleva a pensar que, igual que el patriarcado coloca en los hombres la responsabilidad de ser proactivos para ligar y arrancar la relación, después las mujeres heredamos la custodia de las mismas. Al igual que con los hijos, debemos estar pendientes de si hablamos lo suficiente, si se están produciendo citas de calidad, si compartimos lo bastante, etc. El reparto de roles típico es que las mujeres somos la fuerza centrípeta, que trata de mantener las dinámicas tendientes hacia la propia relación planteando límites, los hombres tratan de escapar a esos límites en un movimiento centrífugo. Si las mujeres hacen su papel y regañan, lloran, «tenemos que hablar», etc. lo suficiente, y el hombre es sensato y no tira demasiado de la cuerda, la relación se mantiene. Este es el reparto de roles del patriarcado y como tal marca tendencias. Las mujeres y los hombres siguen más estos roles o menos, pero no cabe duda de que si te sales de ellos eres penalizada/o. Un hombre que no trata de escapar de las «garras» de su mujer es un calzonazos. Una mujer que pasa de estar pendiente de su pareja masculina y que prefiere ocuparse de sus cosas es una insensible y lleva a la relación hacia el desastre. Ignoro cómo se reparten estos roles en parejas del mismo género pero me da que algo de estas dinámicas se da también.
  • Volviendo al artículo, la propuesta que entiendo es desplazar el centro de gravedad del vínculo romántico al comunitario. Suena bien, la cosa es cómo se hace, que siempre nos dejan a medio polvo 🙂

Del amor a la amistad: la política de las relaciones (Daniel Cardoso)

  • Sobre los antecedentes del amor romántico en la historia «[…] casarse con alguien por amor suponía un claro avance en un sistema que trataba a las mujeres como un bien material […] y en dicho contexto […] una forma de resistencia, que requiere que la mujer devuelva ese amor, que corresponda proactivamente a ese sentimiento.»
  • ‘Butler dice que el amor no es un «sentimiento» sino «un intercambio»‘.
  • «[…] han prestado especial atención al modo en que el poliamor puede pasar fácilmente a convertirse en «una opción de estilo de vida» para ciudadanos blancos y de clase media que ya son privilegiados
  • Llama a rechazar el matrimonio y a negarnos a aceptar la centralidad del amor romántico y sexual a la hora de repartir beneficios y derechos sociales.

Asexualidad: un cuestionamiento extremo del deseo (Irene Blanco y Sonia Trello)

  • «La atracción conlleva fijarse en otra persona: esta fijación puede ser de cinco tipos: sexual, romántica, estética, sensual e intelectual social.[…] Estos distintos tipos de atracciones se combinan y dan lugar a toda una gama de identidades de lo que denominamos «el espectro asexual».»
  • «La asexualidad resta importancia social al sexo[…]. Por esta razón todas aquellas propuestas de vinculación no monogámicas se quedan cortas a la hora de representar a este colectivo, ya que su base de organización es sexocentrista.[…]. Por esta razón, la única propuesta de red afectiva que se ajusta a la asexualidad es la agamia.»

The one I love/You’re the one (Jaron Rowan y Silvia Nancares)

  • «El amor produce grandes narrativas. La soltería ha vivido siempre en los pies de página.»

 

Anarcoamor (Gabriela Weiner)

  • Una historia personal para ilustrar la anarquía relacional.

La siguiente parte del libro, Amores concéntricos, son propuestas artísticas que expresan distintos sentimientos sobre las relaciones no monógamas. Es interesante y necesario que las no monogamias vayan configurando una producción artística propia. Personalmente no he conectado mucho emocional o intelectualmente con ninguna de las propuestas. No es una crítica sino un hecho, y me alegra que otras personas sí experimenten esa conexión.

 

Notas sobre (h)amor3-Celos y culpas

Estas notas tienen el objetivo de recordarme a mí misma lo esencial de cada artículo y no olvidar el aprendizaje que he conseguido gracias a ellos. Si a alguna autora o autor le molesta que mencione fragmentos de su artículo, elimino las referencias sin problema 🙂

El libro (h)amor3-Celos y culpas es de la Editorial Continta me tienes y está disponible en tus librerías de confianza. La historia de por qué lo he leído y subrayado con tanto interés merece que la cuente, pero no hoy.

Mis interpretaciones, en tipo normal. Las citas en  cursiva. Lo que resalto de cada artículo no refleja necesariamente su esencia sino los valores diferenciales que me han aportado a mí, lo que más me ha dado que pensar. A veces esto está muy alineado con su propósito principal, otras veces es solo algo que surge de forma lateral y que, aunque para mí haya sido muy significativo, no tiene por qué ser el interés principal de las autorías.

La culpa, los miedos y el amor romántico patriarcal (Coral Herrera)

  • «Las mujeres aprendemos que ellos mandan dominándonos y nosotras sometiéndonos. […] Conseguimos lo que queremos cuando nos mostramos encantadoras, cuando lloramos, cuando aparentamos ser dóciles y obedientes.»
  • «En algún momento nos hicieron creer que para ser amadas primero tenemos que ser folladas.»
  • «El miedo a que no nos ame nadie o a que dejen de amarnos nos mantiene en constante alerta.»
  • «[…] desde el masoquismo romántico también se puede dominar y manipular al otro«. (Lamentablemente, no lo desarrolla más, se gira inmediatamente hacia le dominación masculina, como si no fuera necesario solucionar este problema para solucionar el otro.)
  • Hay una gran presión hacia las mujeres para hacerse cargo de toda la parte de cuidados, y no ocuparse bastante de esto retorna en culpa.
  • «[…] la idea es aprender a distinguir qué es responsabilidad nuestra y qué no lo es.»

(H)amor propio (Roy Galán)

  • Los celos surgen de la necesidad de relevancia que nos produce la conciencia de la muerte, la temporalidad y la intrascendencia de nuestras vidas en el cosmos.
  • «Pareciera que si no tenemos nada no somos nada, cuando en realidad es imposible tener algo porque todo está marchándose a cada instante
  • «Los celos son provocados por ese miedo al cambio, y el miedo solo se combate con generosidad. La generosidad de entender que hay cuestiones del ser amado que no nos incumben, que hay partes en las que no podemos ni debemos entrar, que hay que ir a cómo nos tratan, a la intimidad creada, a cómo nos encontramos. El compromiso ha de ser con el cuidado y con nada más porque cuando nos cuidan el fantasma se materializa y entonces puedes nombrarle, y el miedo, se acepta.» No sé si llamarlo generosidad o aceptación de las limitaciones humanas en las conexiones.
  • La fealdad autopercibida, el no ser perfectas, nos genera culpa.

¿Cómo nos atraviesa la culpa? Una mirada feminista. (Ana G. Borreguero y Roma de las Heras).

  • Mi primera impresión con este texto es que «no va mucho conmigo» porque yo manifiesto de forma constante, interna y externamente, que la culpa es un concepto que tengo abandonado y que me centro esencialmente en la responsabilidad. Por supuesto, si lo pienso dos veces, de abandonado nada. Me he alejado un poco de ese centro, pero la culpa está.
  • No es posible vivir en una cultura que se basa en gran medida en la culpa como parte fundamental del software con el que nos programan y que te resbale fácilmente la culpabilidad. Puedo llamarlo responsabilidad y cargar menos las tintas en que soy una persona terrible por no hacer X o hacer Y. Pero, finalmente, el «debería estar haciendo más» está ahí. 
  • Por ejemplo, y a pesar de que combato activamente el rol de género de «guardiana de la relación» solo por ser mujer, si en un momento dado mi vínculo está más pendiente de la relación que yo, siento que no lo estoy haciendo bien. ¿Por qué? Si el balance global fuera que yo me preocupo menos, aún tendría cierto sentido pero… ¿puntualmente? ¿Es realmente negativo que en febrero se implique más él que yo, si yo me implico más a mi vez en abril? ¿Es que acaso no reconocemos que los timones, las alertas, los cuidados, pueden estar liderados de forma rotatoria?
    Pues no, no lo reconozco, oye. No con las tripas.
    Así que vale, no lo llamo culpa sino responsabilidad pero mierda igualmente porque, al final, la única forma de estar en paz es si siento que tengo crédito acumulado y que jamás, ni siquiera por un instante, entro en deuda.

¿Qué hacemos/podemos hacer cuando nos sentimos culpables? (Roma de las Heras Gómez)

  • «La culpa […] también puede aparecer por algo que he sentido, «no debería sentirme así». Este es tremendo porque además, si llevas años tratando de mejorar el control sobre tus emociones, de desprenderte del apego, etc. la sensación de fracaso puede ser notable. Así que te emperras en no sentirte como te sientes y sentirte de otra manera. Se puede, pero a veces no sé si merece la pena el esfuerzo. En ocasiones tiene más sentido abrazar la emoción, perderse en ella y recorrerla por completo. Dejarse empapar por la tormenta de verano hasta que, por sí sola, empieza a escampar. Mi problema es que dudo siempre si esto es compatible con ser freelance en una startup y madre de un crío de 7 años en custodia compartida. La exhuberancia del enamoramiento extremo o los páramos desesperados de la ruptura, la duda o el abandono maridan mal con preparar el sandwich del almuerzo y maquetar la presentación comercial del viernes. Recordemos que yo soy una intensa de cojones con 31 ninjas mentales tratando de controlar a la bestia. Dejarla suelta, para cuando sea rica y vieja.
  • «El conflicto que se me estaba planteando era qué significa cuidar y cómo hacerlo en esta situación compleja».
  • «Para reparar un daño a una persona o a otra relación[…] es importante […] que no nos lleve […] a hacer cosas compulsivamente por la otra persona. » Sobre todo, creo que deberíamos pararnos a pensar si estoy haciendo por la otra persona lo que me apetece hacer en lugar de lo que necesita.
  • «Samarán nos invita a reemplazar la culpa por la curiosidad«. Me encanta este concepto, muy en línea con lo anterior. Convertir la desculpabilización en investigación, no en un ritual de penitencia. No es hacer cosas que nos fastidien para purgar con dolor la metedura de cazo, sino aprender más acerca de la naturaleza de la otra, de cómo no volver a herir o cómo restañar la sangre, si la hubiera, o al menos limpiar un poco el raspón.
  • Todo esto me hace recordar que la culpa mira hacia el pasado, la curiosidad y la responsabilidad hacia el futuro. La idea no es «voy a sufrir para equilibrar de cara al universo el daño que te he causado y no ser castigada por el destino en el futuro» sino «que yo sufra es indiferente. Lo relevante es que, si he metido la pata , debo averiguar cómo no repetir y, si es posible cómo reparar el daño. Que yo lo pase mal no me convierte en una persona mejor ni va a ayudar a nadie.»

Los celos no se dan en el vacío (Miguel Vagalume)

  • «Los celos no se dan en el vacío, sino que dependen de la relación en la que se den, y en el momento de la vida de esas personas y de esa relación en la que se den.»
  • «Cada vez que se dice que los celos son inseguridad, que son posesión, , que son algo concreto, que son una cosa, que A=B, algo es seguro: No es cierto.«
  • «[…] no podemos avergonzar a quienes los sienten, ni transmitir la idea de que celos y agresiones sexuales a la pareja van necesariamente unidos. No son buenos, ni son malos. Ahí están y no es buena idea negar que se sienten.»
  • […] debemos entender los celos como eso: el miedo a perder una determinada posición en una relación significativa.« Es curioso en este sentido cómo vengo observando que los celos se dan mucho más hacia las nuevas relaciones que hacia las que existían cuando tú entraste.
  • «Lo que tiene ese miedo es que puede ser más o menos razonable. Depende de la sensación de seguridad que se tenga en esa relación.» Mi manía de la transparencia como asunto funcional viene de ahí. A mí a veces no me va a gustar saber que mi relación X ha quedado 4 veces este mes con su nueva amante y comprender que esa es la causa por la que me ha hecho un caso así como regu. Pero todo el resto del tiempo en el que no me comunica que está quedando con otra gente sé que «no estoy siendo sustituida y que acabaré empujada fuera de la cama porque esta se está llenando demasiado y no hay sitio para mí», un miedo tanto más realista cuantas más veces has pasado por una situación similar que se resolvió mal. (Más abajo, un vídeo que ilustra el fenómeno. A mí me hace gracia, pero a otra gente no monógama le parece que no tiene nada que ver con el concepto al que me refiero aquí. Pero como es mi blog y me sigue haciendo gracia, pues lo pongo :P).

En suma, el miedo procede sobre todo de la incertidumbre, del «a dónde va esto, qué está pasando». Si se materializa, ya no es miedo sino cabreo o tristeza, y si sabes que no se está materializando porque si fuera así te lo dirían, no hay miedo o es muy leve. Lo que pasa es que la transparencia es jodida, porque solo puedes confiar en ella si la gente tiene el valor de decirte cosas que tal vez no te gusten. Cuando tienes la certeza de que lo harán, la presión se reduce mucho.

La gran pregunta de los celos: comprendiendo el poliamor (Giazú Enciso Domínguez)

  • PIF: Poliamor Informado por los Feminismos. Primera vez que leo estas siglas, me ha resultado curioso.
  • Distingue entre lo que llama Emociones, situadas en el plano social y que corresponden a conceptos aprendidos  y no universales, y Afectos, que proceden del plano material y corporal y que corresponden a lo que el cuerpo siente antes de procesarlo como emoción.
  • Propone el Taming of Affect, un proceso para domesticar lo que siente nuestro cuerpo y reeducar nuestros Afectos.
  • Reconocemos los celos como «[…] una alerta de que algo no está bien y debemos revisarlo».
  • «El alejarnos de la palabra celos, además, hace que nos posicionemos distinto al respecto.» Invita a proponer nombres.
  • «Socialmente es importante sentir las emociones, pero es más importante sentir las emociones que es socialmente correcto sentir«. Y eso es el terror, claro, porque entonces la alerta pierde su función y puede apuntar hacia donde no es.

Los celos y las culpas desde el punto de vista jurídico (Patricia González Díez)

Tengo que decir que este es el artículo que menos expectativas despertaba en mí y me ha sorprendido. No me resulta fácil extraer ideas sueltas porque es un relato coherente de la historia del derecho y su tratamiento de los celos, pero es realmente interesante e iluminador,

Como detalle peculiar que no me esperaba,

«Según este autor [Antonio Quintano Ripollés], contra esta visión de la justificación tradicional del uxoricidio luchó la Iglesia, pues en derecho canónico es considerado pecado mortal». Lo que pasa es que cuando desaparece del derecho la justificación por honor, llega la «enajenación transitoria» perfectamente justificada por los celos.

Aprender a amar en el SXXI: lo que nos enseñó el feminismo. (Nuria Alabao)

  • «La parte difícil era la de construir día a día relaciones duraderas poniendo en cuestión los roles sociales asignados […]»
  • […] habíamos deconstruido el amor y las relaciones, pero no conseguimos un modelo alternativo sólido o sostenible.»
  • «Nuestras vidas hoy-decía mi amigo- en general están tan normalizadas, son tan anodinas, que necesitan de la intensidad que nos hace sentir el amor.» Ostras, sí. Esto suena a veterana de la guerra de Cracovia, pero creo que ante la mediocridad de la precariedad laboral, la sensación de no progresión vital que a veces se da cuando seguimos cumpliendo años y no estamos mal pero no estamos bien, le damos al amor una importancia excesiva en nuestras vidas. El amor es lo que nos dota de trascendencia cuando pensamos que solo somos un número más. Igual podríamos aceptar que no pasa nada por ser accidental…
  • «El feminismo nos habló de interdependencia. El ideal de persona independiente del capitalismo liberal tampoco nos sirve y además invisibiliza toda la trama de cuidados-pagados o no-que sostienen esas vidas.»
  • «No es deseable pagar por todo lo que necesitamos ni está al alcance de todas las clases sociales».

Movidas de celos y culpas (Pamela Palenciano)

  • «Partir de una desigualdad de la relación ya es desconfiar per sé. Desconfiar de mí, y por tanto de la otra persona.»
  • «Nosotras aprendemos a tener celos desde la competencia con otras mujeres o personas socializadas en lo femenino.» Tengo una teoría sobre esto que parte de que el atractivo de una mujer que tiene pareja/s disminuye mientras que el de un hombre aumenta, y esto da lugar a curiosos fenómenos relacionados con la competencia en las relaciones. Pero eso lo cuento otro día.
  • Y esta sensación aumenta si veo que mi pareja no se compromete del todo Je. JE. Paloma escribe con las tripas y a las tripas les habla y a las tripas nos llega.
  • Paloma desarrolla la idea de que en lugar de mosquearnos con nuestra pareja, nos mosqueamos con las otras, las que no tienen ningún compromiso. Creo que un enfoque correcto para esto es el centrarse en los acuerdos y los cuidados. Las «otras» tienen una responsabilidad social de no hacer daño por acción u omisión, igual que la tienen de no tirar papeles al suelo. Es ciudadanía básica. Pero relacionalmente, la responsabilidad principal, si no cumple sus acuerdos y su compromiso de cuidado, es mi relación. Creo que esta orientación ayuda bastante a deshacerse de la copla-performance «te voy a sacá loh ojoh, zorrah».

Celos, género y comunidad (Daniel Cardoso)

  • «[…] los celos es un concepto tan conocido que se convierte en universal, lo engloba todo, y a menudo esconde dinámicas con matices distintos.»
  • «[…] puesto que el discurso dominante que subyace tras la no monogamia es muy individualista […]» Esto es así, por mucho que a veces se disfrace, por mucho que peleemos las alianzas, las familias extendidas y no sanguíneas, el fenómeno se da en esta sociedad y de las raíces individualistas de la cultura actual bebe también.

El cine te revienta la casuística mental

Hoy voy a dar la chapa con mi teoría del pato sobre el papel de la narrativa en las relaciones. Agárrense, que esto es largo.

Cuando pensamos en «la heteronorma«, «el mito del amor romántico» y otras estructuras culturales que nos hacen la puñeta en las relaciones, no especificamos muy bien cómo llegamos a absorber este tipo de influencias. Vamos, que ni nos lo hemos planteado la mitad de las veces.

La cultura se transmite en el contexto familiar y social desde la infancia y la vamos absorbiendo de forma paulatina pero raramente formal. No nos suelen dar una clase magistral acerca de cuál es la distancia personal adecuada, por ejemplo, y sin embargo las poblaciones mediterráneas y japonesa tienen distancias sociales bastante diferentes.

Desde que nacemos vamos poco a poco interiorizando estas normas por ensayo y error en nuestra propia práctica (según se nos alaba o penaliza cada conducta), pero lógicamente este método solo funciona en aquellos aspectos que podemos llevar a la práctica. Una niña de 8 años puede masticar haciendo ruido, tiene esa oportunidad a diario y por tanto puede ser reprendida o alabada por ello y, de este modo, interiorizar la norma de su grupo sobre este tema. Pero no va a tener relaciones afectivas como las de las parejas adultas con 8 años, y sin embargo la norma acerca de la configuración adecuada o no (según su entorno)  de este tipo de relaciones ya está inculcada a esa edad.

¿Cómo sucede? Hay dos mecanismos básicos. Por una parte, el aprendizaje de lo que ve día a día en su entorno: su propia familia, las familias del vecindario, las relaciones de las hermanas mayores de sus amistades, etc.

Y, por otra parte, los relatos. Estos incluyen cuentos que se les cuentan, libros que leen, películas y series que ven.

Es frecuente achacar a la narrativa tradicional el papel de Malo Número 1 en la perpetuación del mito del amor romántico, pero yo no lo veo exactamente así. Los cuentos populares, si se huye de las versiones editadas para ajustarse a lo que consideramos correcto en el siglo XXI (y que excluye violencia, incesto, fraticidio, abandono de menores por parte de sus familiares biológicos y otras cuestiones que nos parecen inapropiadas para la infancia en la actualidad) presentan ejemplos de amor romántico, pero muchos menos de los que creemos. Nuestra interpretación de «el príncipe besa a la princesa y ella despierta y se casa con él« suele ser «oh, cielos, que estupidez, proponer que la chica se enamore del príncipe en un solo beso«. Pero esa es nuestra interpretación, ojocuidao.

El planteamiento real que se da en muchas de estas historias es que los personajes femeninos escapan de situaciones de abuso familiar alcanzando un estatus social superior gracias a matrimonios que, si no los leyéramos a través de nuestras propias gafas románticas, son claramente de conveniencia. La Cenicienta de los Grimm (que no tiene hada madrina, por cierto), huye de una situación de pobreza y maltrato gracias a su determinación y su capacidad de utilizar su belleza y encantos para seducir a un príncipe. En ningún lugar dice que se enamore de él. Lo que consigue es convertirse en objeto de deseo y ser así rescatada de una vida con muy pocas perspectivas.

cenicienta.jpg
Corre, nena, que no llegas.

Evidentemente no es un relato revolucionario ni tiene esa función. Y por favor, que nadie venga a joderme con que yo apoyo ese tipo de mensaje para las mujeres porque yo no estoy diciendo eso, lo que digo es que no es un relato sobre el amor, es otra cosa.
Es una historia que no pretende subvertir el orden social o empoderar a las mujeres para que tengan conciencia de clase. Es un relato dirigido a la conciencia individual que da un mensaje claro: «emplea tus encantos para promocionarte a través del matrimonio», y que encaja absolutamente en una época preindustrial en la que el amor de los trovadores y los libros de caballerías era una frikada para ricos y desocupados.

Durante una buena parte de la historia, la mayoría de la gente común y sensata se casaba haciendo un balance de sus posibilidades económicas y de alianza productiva. Tú tienes vacas, yo tengo prados.

(Nota curiosa: la compañera de la que habla Vimes en ese enlace soy yo, no le estoy birlando el simil a nadie. Y él tampoco, me pidió permiso para usarlo.)

Incluso si no tenían patrimonio que proteger estratégicamente, un varón solía preferir idealmente mujeres con pinta de buenas paridoras. Y una mujer, un varón que tuviera dos dedos de frente, fuera capaz de acarrear leña y no se gastara todo lo que ganaba en la taberna. Los relatos populares no apostaban por el amor romántico en general, iban más enfocados a la supervivencia práctica.

Tras el XVII y sobre todo la industrialización (estoy haciendo un resumen brochagordista, sí) se popularizan paulatinamente muchas de las narrativas aristocráticas, primero hacia la burguesía y después entre la plebe. Romeo y Julieta deja de ser una tragedia sobre dos zumbaos que se pasan por el forro las más elementales leyes de la lógica matrimonial (y así les va, que si revisáramos Shakespeare sin pretender ver un bello romance en cada párrafo de sus obras lo íbamos a flipar bastante… porque amor romántico hay, pero lo que no hay es la idealización del mismo como lo mejor que le puede pasara un ser humano) y pasa a ser un paradigma de lo que debiera ser, y debiera triunfar a pesar de las adversidades.

En ese momento los cuentos populares se romantizan y se les empieza a dotar de una lectura pro-enamoramiento que no estaba ahí antes. Y llega, oh, cielos, el cine.

Y cuando llega el cine estamos jodides todes. Mucho más que con la narrativa oral y escrita. Y esto es mi hipótesis y no tengo ningún tipo de evidencia demostrable (de momento), pero mi punto de vista es este: el cine hace una cosa muy puñetera que es presentar casos ficticios con una intensidad y realismo visual que te hace imposible distinguirlos de la realidad en tu recuerdo. Es decir, caso por caso sí recuerdas que es ficción,  pero la impresión general para sacar conclusiones es que son casos reales.

Cuando escuchas una historia, puedes pensar que es verídica y que pase a formar parte de tu repertorio de casos mentales, pero aún puedes ponerle cierto filtro porque el impacto visual no está. Y que sí, que se te pueden colar bajo el radar del sentido común y convertirte en una Madame Bovary secuestrada por la narrativa romántica. Mi punto de vista, sin embargo, es que gracias a la pantalla ahora estamos Bovarizadas de serie.

Pensad en cuántas relaciones habéis conocido con un mínimo de cercanía a lo largo de vuestra vida, lo suficiente para saber de qué va la vaina internamente. Las vuestras. Las de vuestras amistades. Las de la familia. Las de los vecinos. Venga, vamos a tirar por lo alto…. ¿20 relaciones? Hablo de relaciones en las que podáis saber cómo se conocieron, como se emparejaron, cómo toman las decisiones, cómo superan las crisis o, siquiera, si se hablan en la cena o les da lo mismo que al de enfrente le parta un rayo.

El diario de Noah
Confieso que no la he visto porque me da perecica. Y eso que yo me trago cada novelón…

Ahora pensad en cuántas relaciones románticas ficticias habéis «conocido íntimamente» desde la infancia. Habéis visto más veces a Bruce Willis sufrir por amor que a vuestra tía Matilde, ya os lo digo yo. Y en vuestra cabeza, cada romance de Ryan Golsling o Sandra Bullock, con todas sus imágenes y declaraciones, con todas sus cadenas de sucesos inverosímiles, se depositan en vuestra cabeza como «un caso más de relación romántica».

Y claro, la estadística la tenemos completamente jodida. Porque aunque el modelo de las 20 relaciones de verdad que conocemos sea una mierda, al menos es de verdad. Y la gente discute por dinero y no lo arregla follando, o se enamora de otra persona pero el amor verdadero no triunfa, o igual se quedan juntos pero joder qué suplicio y no hay final feliz. O resulta que tienen una buena convivencia pero no se dedican a empotrarse a todas horas sobre el mostrador de la cocina dejándolo todo perdido, sino que van al Carrefour el domingo a comprar la leche de oferta, y mientras tanto se cuentan lo que han hecho en la semana o planean las vacaciones en Almería. Y en la mayoría de los casos se pagan las facturas, se pone un plato en la mesa y se enciende la calefacción, que es para lo que está hecha la familia, coño, no para que Cupido haga prácticas de arco. Que no digo que no pueda estar hecha para más cosas, pero sin esa, nah.

Claro, vete tú a decirle a alguien que ha conocido de cerca unas pocas relaciones pero tiene 250 casos de Hollywood en las meninges que no, que su relación no va a prosperar por mucho que se entregue, porque es que de partida su relación es una mierda. O que está fenómeno que su hija tenga dos novios y eso no la va a hacer una desgraciada más que si solo tuviera uno, por mucho que en su mente esto sea un telefilme de sobremesa en Antena 3 y vaya a acabar fatal.

Porque no peleas contra una muestra de 20 casos diversos, sino contra una de 250 bastante hegemónica. Y es mucho más fácil que te digan «eso en la realidad no puede funcionar» cuando no se tiene ni pajolera idea de lo que es la realidad porque el cine nos ha jodido la casuística pero bien.

La única solución posible pasa, claro está, por ir produciendo cada vez más material audiovisual que cuente otro tipo de historia. Visual. Que se quede en la retina. Que vaya al mismo cesto al que va tu recuerdo de la cara de tu tía Matilde cuando te ha contado que eh, está teniendo su primera relación lésbica y está encantada.

«Los problema se arreglan abajo»

Avión en llamas

Para que se entienda lo que vengo a contar aquí, necesitamos dos pasos preliminares.

El primero es la definición de coste de oportunidad, que es un concepto económico sencillo pero que utilizamos mucho menos de lo que nos conviene. Se refiere a que, cuando eliges una opción, debes recordar que, además del esfuerzo que suponga en sí esa acción, estás dejando de tomar otras alternativas, y eso deberías considerarlo un coste. Por ejemplo, si tengo cinco días de vacaciones y elijo pasarlas con mi relación A, no puedo ni pasarlas ni con mi amigo X ni sola. Si tengo 8 euros y decido gastarlos en ir al cine, no puedo comprarme tebeos o alcachofas con esos 8 euros.

Si fuéramos perfectas máquinas de racionalidad, el coste de oportunidad de nuestras elecciones sería siempre algo meditado y positivo, y todas nuestras decisiones estarían contrapesadas teniendo en cuenta este factor. No os sorprenderá saber que no suele ser así 🙂

El segundo paso es que os voy a explicar una regla que te graban a fuego cuando empiezas a bucear y que tal vez conozcáis: en caso de que tengas problemas con el equipo en una inmersión, no entres en pánico y trates de salir a escape a la superficie, porque eso suele ser un desastre.

Sin meternos en complicadas explicaciones acerca del nitrógeno y las burbujas en sangre, la idea es que una subida rápida a superficie puede provocar males mayores que los que se trata de evitar. Normalmente es mucho más seguro no asustarse y tratar de usar todos los recursos que tienes a tu alcance para arreglar el problema en el lugar donde estás. Lo contrario suele ser mala idea, aunque sea lo que te pide el cuerpo.

En realidad, hay muchas situaciones en relaciones no monógamas en las que te sientes como una novata a la que le han cascado unas botellas de aire a la espalda, un regulador, un chaleco hinchable y que ha aceptado meterse a 20 metros de profundidad sin tenerlas todas consigo. Y da igual cuánta experiencia tengas en relaciones poli o no poli, va a haber días de estos. Porque el problema es que, ante una situación nueva, no sabes quién eres. Hasta que estás ahí. 

Igual tenías una relación monógama y has decidido abrirla, y ahora tienes que gestionar los sentimientos de varias personas, incluida tú.

O resulta que estabas en una relación abierta solamente al sexo y tu pareja de repente se ha enamorado de alguien más.

O a lo mejor tu relación primaria ha decidido tener otra relación con alguien que te resulta amenazante.

O igual resulta que te pareció una idea fantástica irte a vivir con tus metamores a la misma casa y ahora te despiertas cada mañana en OK Corral.

Yo qué sé, mil casos en los que te has metido en una situación nueva y de repente algo se ha torcido y todo tu ser grita MAYDAY MAYAY EMERGENCIA SACADME DE AQUÍ YA.

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La tentación de cerrar la pareja, decirle que no vaya a esa cita, ponerle veto a esa persona nueva que ha conocido, etc…. es grande. Pero no deberías hacerlo a la ligera, y la razón es el coste de oportunidad. Si le dijiste a tu relación monógama que en agosto los dos ibais a tener la posibilidad de tener experiencias sexuales con otra gente y el 31 de julio dices que no porque te han entrado sudores fríos, no es como si volvieras a la casilla de salida. Hay un precio y lo vais a pagar.

Tu pareja tal vez se lo tome muy bien aparentemente, pero lo más normal es que se frustre porque lleva dos meses pensando en tirarle los trastos a ese compañero de oficina que le pone ojitos, y el frenazo le va a sentar como un tiro. El coste de oportunidad puede ser mucho más alto de lo que crees.

Probablemente merece la pena, en lugar de salir a escape de la situación, tratar de arreglar el problema pero en la misma zona en la que estás.  Hay todo un abanico de soluciones que se pueden intentar poner en práctica in situ, con un desgaste menor. Sobre todo, nos guste o no, raramente el forzar la marcha atrás y regresar a toda prisa a la zona simple de la superficie se va a poder hacer sin un coste que puede ser letal para la relación, o como poco grave.

(Por supuesto, hay excepciones. Si el problema que tenemos es el fallo de un regulador, eso se arregla abajo. Si es un infarto o un tiburón de 5 metros, PUES IGUAL LO SENSATO ES SALIR DE AHÍ A TODA OSTIA. En términos de relaciones: en una situación de maltrato, lárgate en cuanto puedas. Lo que sigue se aplica a situaciones comunes de conflicto que no implican riesgos por el mero hecho de estar en la relación.)

Si es posible, es preferible tomarnos un tiempo y recordar en primer lugar por qué decidimos que era una buena idea tomar la decisión que tomamos. Tal vez lo sigue siendo, tal vez no. Darle una vuelta despacio. Si tenemos dudas, hablarlas abiertamente con nuestra pareja, pero con el ánimo de buscar una solución que encaje lo mejor posible a todo el mundo, no con el de salir de un estado incómodo sin pensar en más.

Es lícito decir «mira, pensaba que iba a llevar mejor que tuvieras esa cita, pero la verdad es que no me siento bien. No quiero que la canceles, lo que quiero es sentirme mejor en esta situación, y para eso me gustaría que hicieras…». O, si pensamos que es mejor pedirle que sí la cancele porque realmente pensamos que las consecuencias van a ser excesivas, comentar que estamos pensando en pedírselo pero que quieres hablarlo antes para saber su opinión. Formular peticiones explícitas es bueno, igual que estar abiertas a que nos ofrezcan otra alternativa. También es normal y aceptable, repito, no saber cómo te vas a sentir en una nueva situación, y una vez que esta se da, darte cuenta de que no quieres seguir.

Lo que no va a ser buena idea es dar un volantazo a la decisión justo antes de que se vaya a materializar (es decir, 10 minutos antes de que salga por la puerta). Si hay que regresar a la situación anterior, que sea con calma y sin perder los nervios. Para eso hace falta margen de tiempo.

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Esto es un manómetro de buceo. No dejes que la aguja entre en la zona roja.

La única forma de no agotar ese margen es siguiendo otra norma que te enseñan en buceo también: comprueba constantemente tu reserva de aire. Y, de vez en cuando, comunícasela a tu pareja de buceo y pregúntale por la suya.

Aterrizando la metáfora, revisa cómo te sientes en todo el proceso, desde que se toma la decisión de cambiar algo. Examínate: si te encuentras triste averigua por qué, si te enfadas lo mismo, si estás alegre también. Aprende de tus emociones y habla de ellas a tu pareja, y pregúntale por las suyas. Negar cómo te sientes o quitarle importancia es tan absurdo como dejarse en casa el manómetro.

Al final, la mejor estrategia para no tener sustos es ir con cuidado y con calma desde el principio. No solo hay que subir despacio, sino bajar despacio también al principio de la inmersión. Que las ganas de ver peces de colores no nos la jueguen.

 

 

 

 

16 años y 31 ninjas

En mi DNI dice que tengo 47 años. Más o menos eso es así. Pero no del todo.

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Cuando era una adolescente y me llevaba grandes disgustos en mis relaciones humanas de todo tipo, pensaba que con los años se me endurecería el corazón y se acabarían los (estúpidos) malos momentos.

Estuvo a punto de pasar, pero me di cuenta a tiempo de que el blindaje no es tan buena idea si además quieres disfrutar a fondo de los (estúpidos) buenos momentos. La armadura te protege de lo malo pero te separa también de lo bueno. Es pesada y hace complicado moverse, percibir lo que pasa.

La armadura te hace más estúpida. El cinismo te hace más estúpida.

De alguna manera, acabé desarrollando estrategias que me han ayudado a gestionar los aspectos más complicados de las relaciones. De todas, pero cuando son más útiles es en las relaciones románticas y sexuales. Me gusta decir que son mis 31 ninjas. Uno por año. Su misión es evitar que la adolescente de 16 que sigo siendo por dentro se lastime demasiado o lastime a otros. 

En el estado medio cotidiano son bastante útiles. Pero hay situaciones críticas en las que son indispensables. Especialmente cuando me (dios, qué vergüenza me da escribir esto) enamoro.

En esos momentos tengo una imagen mental muy vívida, la de mi yo de 16 años corriendo alegre y sin mirar dónde pisa como Julie Andrews por los Alpes , pero con la diferencia de que en Sonrisas y Lágrimas hay nazis pero no hay barrancos, y en mi vida emocional nazis no, pero barrancos hay más que en Despeñaperros. Y cuando parece que mi alocada trayectoria acabará inevitablemente en el fondo del abismo, aparecen un montón de ágiles señoras de negro con capuchas y shurikens, y se me lanzan encima con la eficacia de un equipo de rugby australiano.

julie andrews
No le hacen falta ni ninjas ni nada. Es Mary Poppins, caray.

Y así, con 31 ninjas sentadas pacientemente encima de mí, hago un poco menos el capullo.

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Este blog va (principalmente) de eso, de estrategias. Las mías, que no pretendo que sirvan a todo el mundo, pero que igual pueden dar alguna idea a quien ande metida/o/e en un embolado relacional.